A poco que nos adentramos en el territorio del Parque Natural Sierra de las Nieves, en la provincia de Málaga, enseguida nos damos cuenta de que estamos ante uno de los enclaves más singulares de Andalucía. Si atendemos a la infinidad de contrastes que albergan sus recursos naturales en una superficie tan relativamente reducida (20.163 hectáreas), podemos afirmar que se trata un espacio privilegiado.
Sierra de las Nieves atesora una enorme cantidad de valores naturales, pero lo que lo convierte en un espacio natural único y exclusivo es su peculiar geología y su excepcional riqueza botánica. Estas dos características fueron determinantes en su día para que esta área fuera declarada parque natural y también han sido claves en la propuesta formulada por la Junta de Andalucía para iniciar el proceso que llevará a este espacio a alcanzar la categoría de parque nacional.
No todos los espacios naturales que lo pretendan pueden aspirar a esta distinción del Estado. De hecho, en Andalucía sólo los espacios naturales de Doñana y Sierra Nevada cuentan con este nivel de protección, el máximo a nivel estatal.
Pero si hoy podemos disfrutar de estos inmensos valores naturales no es sólo por su condición de espacio protegido (Parque Natural desde 1989 y Reserva de la Biosfera desde 1995). Para ello ha sido fundamental la sabia relación que los habitantes de este entorno han mantenido históricamente con el medio natural que les rodea.
El contacto entre las placas tectónicas europea y africana hace millones de años provocó la formación del llamado plegamiento u orogenia alpina. Este es también el origen de las cordilleras béticas, que, divididas de este a oeste en una zona interna y otra externa, se juntan precisamente en su extremo más occidental. Es justo en este punto donde se encuentra el complejo sistema montañoso de Sierra de las Nieves. En la geomorfología de este espacio natural podemos distinguir relieves de sierras blancas calizas y rojizos, principalmente de rocas peridotitas.
Los relieves de roca caliza forman el impresionante karst de Sierra de las Nieves, el más importante de Andalucía. Se trata de un complejo sistema de peñones, tajos, barrancos, gargantas y cuevas colmadas de aguas subterráneas que integran una importante red de acuíferos que abastecen a muchos de los municipios de la zona.
Los contrastes de este sistema nos permiten pasar desde imponentes alturas como el pico Torrecilla (1.919 m), el más alto de Andalucía occidental, o el Peñón de los Enamorados (1.775 m), hasta las mayores profundidades de la región, como la sima GESM (1.101 m de desnivel) o la sima del Aire (-658 m).
La orogenia o plegamiento alpino originó también en este espacio natural el mayor afloramiento mundial de peridotitas, unas rocas de origen magmático que son muy difíciles de encontrar en todo el planeta. Los elevados relieves de tonos pardos y rojizos, entre los que destacan los cerros Corona (1.285 m), Abanto (1.474 m) y Plaza de Armas (1.331 m), tienen este singular origen geológico.
La orogenia o plegamiento alpino originó también en este espacio natural el mayor afloramiento mundial de peridotitas, unas rocas de origen magmático que son muy difíciles de encontrar en todo el planeta. Los elevados relieves de tonos pardos y rojizos, entre los que destacan los cerros Corona (1.285 m), Abanto (1.474 m) y Plaza de Armas (1.331 m), tienen este singular origen geológico.
Junto a las importantes masas de pinsapos, la destacable presencia de peridotitas es una de las principales razones que se esgrimen para que el espacio natural Sierra de las Nieves deba alcanzar la categoría de parque nacional. Por albergar sistemas naturales únicos y singulares y por su alto valor ecológico e incluso cultural.
En Sierra de las Nieves el agua adquiere una relevancia especial como responsable del paisaje que vemos a poco de adentrarnos en el espacio natural, pero también del paisaje del subsuelo. No hay que perder de vista que este espacio constituye un destacado nudo hidrográfico gracias a las cuencas de los ríos Turón, Verde y Guadalevín.En el paisaje subterráneo existe una importante red de galerías relacionadas con importantes acuíferos que abastecen a numerosos municipios del entorno.
El agua no sólo es fundamental para el mantenimiento del ecosistema sino que conecta al medio natural con la población de una manera determinante. La gran variedad de técnicas, usos y aprovechamiento del agua, incluso en forma de nieve, forma parte de la historia de la evolución de este espacio natural. De ello son testimonio las redes de acequias para el regadío en la agricultura, las fuentes, los molinos de harina que aprovechaban la fuerza del agua, o el mismo balneario de aguas sulfurosas de Tolox. La importancia de la nieve, que aquí aparece todos los inviernos, queda patente en el oficio ya perdido de los neveros. Estos hombres aprovechaban la nieve almacenada en grandes pozos construidos al efecto en las montañas altas para distribuirla por las poblaciones de Málaga y de otras provincias andaluzas.
La gran potencia de las calizas de la Sierra de las Nieves es la responsable de la existencia de grandes masas de agua subterránea, que son, a su vez, el origen de importantes ríos de la provincia malagueña. Aparte constituyen para los pobladores de Sierra de las Nieves desde tiempos remotos una garantía de suministro para los periodos de sequía. Por eso, gran parte de los municipios del espacio natural se ubicaron cerca de acuíferos y manantiales.
La complejidad orográfica, la variedad de alturas y la cercanía a la costa que tiene Sierra de las Nieves hace que podamos encontrar en tan poco espacio tres tipos diferentes de clima: mediterráneo subtropical, mediterráneo subcontinental y de alta montaña.
Las cadenas montañosas determinan la circulación de masas de aire y la descarga de nubes procedentes del Estrecho de Gibraltar. Una de las mayores singularidades del parque natural es la notable diferencia climática entre zonas cercanas, principalmente debido a la altitud, que puede oscilar en no demasiados kilómetros de distancia entre los 300 y los 1.900 m sobre el nivel del mar. En las zonas altas son frecuentes las heladas en invierno y es un hecho que nieva todos los años sin excepción.
Es propio de las zonas de alta montaña la gran imprevisibilidad meteorológica, que facilita pasar en cuestión de minutos de situaciones despejadas a fuertes lluvias e incluso grandes bancos de niebla.
Estos elementos forman parte de la originalidad de Sierra de las Nieves y explican, por otra parte, por qué ha podido conservarse una especie única como el pinsapo, favorecida por las temperaturas frescas y las abundantes lluvias que se registran en esta sierra.
El ecosistema vegetal del espacio natural de Sierra de las Nieves está plagado de especies singulares y únicas. De los 4.000 taxones o tipos diferentes de flora que existen en Andalucía, 1.500 se localizan en esta área. Un dato espectacular si tenemos en cuenta las reducidas dimensiones del parque.
El pinsapo es no solo la especie vegetal más característica de Sierra de las Nieves sino que constituye el auténtico emblema, junto a la cabra montés, de este espacio natural. Su presencia ha justificado la declaración del parque natural y es uno de los principales argumentos en los que se basa la propuesta de declaración Sierra de las Nieves parque nacional. Los únicos bosques de pinsapos que existen en el planeta se encuentran en la Serranía de Ronda y en la Sierra de Grazalema. El pinsapar de Sierra de las Nieves es el de mayor extensión de todos.
En el parque se pueden encontrar también otras especies arbóreas herencia de épocas más frías y húmedas que la nuestra, y que son más características del norte de la Península Ibérica y el centro de Europa. Hablamos del tejo, el mostajo o el enebro rastrero. Algunos ejemplares de tejo presentes en Sierra de las Nieves (en total, menos de 150) pueden alcanzar los 700 años de edad y se encuentran en zonas que alcanzan entre los 1.300 y los 1.700 m de altitud, en los términos de Ronda y Tolox.
La alta meseta de Tolox alberga otra de las especies más características del paisaje del Parque Natural Sierra de las Nieves: el quejigo de montaña. Se trata de un árbol majestuoso exclusivo de las zonas más altas (crece entre los 1.600 y los 1.800 m de altitud) con bosques poco densos, y que comparte hábitat con el pinsapo y el arce de Granada. En zonas más bajas de media montaña, en Sierra de las Nieves habitan también encinas, alcornoques, castaños, y pinos carrascos y resineros.
Los encinares suelen estar rodeados por un denso sotobosque de arbustos de gran variedad de especies, como el agracejo, el endrino, el majuelo, el pendejo, el aladierno o la aulaga. A los pies del quejigar de montaña podemos encontrar enebros, sabinas rastreras y matorral de montaña como el piorno azul o la carrasquilla. Entre pinsapares y matorrales es importante también la presencia de varias especies de hongos y setas.
En Sierra de las Nieves hay 25 taxones o especies de plantas que se consideran amenazadas. El pinsapo y el tabaco gordo están en peligro de extinción, mientras que el quejigo de montaña y la orquídea Ophiris atlantica son especies catalogadas como vulnerables.
Una extraordinaria diversidad de hábitats como la de Sierra de las Nieves hace posible la presencia de una importante riqueza de fauna silvestre. Y en este privilegiado espacio natural es especialmente destacable la representación de especies típicas de media y alta montaña.
Si el pinsapo es, en cuanto a la flora, una de las banderas de Sierra de las Nieves, también lo es la cabra montés en lo que respecta a la fauna. Con algo de suerte, es relativamente fácil poder observarla especialmente en las cumbres más altas del parque. Cuando la vemos, si el azar nos lo permite, debemos tener en cuenta que estamos ante un bóvido salvaje sólo se encuentra en las altas montañas del centro y sur de España. Hubo un tiempo en que habitaron también las cumbres de los Pirineos y las de Portugal, antes de su extinción en estas zonas.
Hoy campean fundamentalmente por las sierras del sistema bético andaluz, destacando especialmente sus poblaciones en Sierra Nevada.También podemos encontrar por el espacio natural a otros grandes herbívoros como el corzo, el jabalí, el muflón y el gamo, y aquí habitan carnívoros como la nutria, la garduña, la gineta o el meloncillo.
Entre las aves, la diversidad es espectacular en Sierra de las Nieves. El relieve de media y alta montaña y su ubicación en plena ruta migratoria entre Europa y África permite que en este espacio natural se encuentren alrededor de 120 especies. Sorprende la enorme diversidad de rapaces: buitre leonado, águila real, águila perdicera, águila calzada, águila culebrera, halcón peregrino, azor, gavilán y ratonero común. El búho real, el cárabo y el autillo completan el panorama de las rapaces nocturnas.
La variedad de aves pequeñas es también extraordinaria, con especies propias tanto de las alturas como de bosques de ribera, pinsapares, alcornoques, etc. La alondra, la curruca mirlona, el roquero rojo, la chova piquirroja, la oropéndola, el mirlo capiblanco, el martín pescador, la tórtola, el herrerillo, el colirrojo real o el piquituerto, entre otras muchas, componen la sinfonía natural de este espacio.
Sierra de las Nieves alberga otras especies casi exclusivas también de la zona, como el pez fraile o el cacho de Málaga, éste último endémico de varios ríos de la zona; el cangrejo de río autóctono, muy escaso en Andalucía fuera de este espacio; la mariposa arlequín; o varios grupos de murciélagos, tanto propios de las cavidades rocosas como forestales, caso del nóctulo gigante, el mayor murciélago europeo que habita huecos de los árboles.
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