La primera imagen que se percibe es la de un camino que cae con una pendiente suave pero constante hasta llegar a la cañada de Arroyo Hondo, con su paso de obra y su pozo artesano a la derecha, se nos hará muy corto , girando continuamente la cabeza a derecha e izquierda. Este paso, en invierno, es de difícil vadeo debido a la cantidad de agua que discurre por esta cañada y que produce un murmullo que mezclado con el resto de sensaciones experimentadas en su orilla, es difícil de olvidar. Siempre habrá algún olor que recuerde este momento.
Desde el comienzo y a escaso un kilómetro encontramos a la derecha, sobre un barranco, un centenario algarrobo que, después de años soportando el paso de vehículos debajo de sus ramas, está amoldado a la forma de la pista. Al avanzar y cruzar la cañada de Arroyo Hondo, comenzamos a ver monte bajo con alcornoques, pinos, encinas… a lado y lado del camino, y siempre como fondo inalterado, la silueta de la Sierra de las Nieves.
Con un descanso a la sombra de algún chaparro, y antes de comenzar a ascender nuevamente, próximo al cauce del arroyo seco, en la zona de umbría, se observan helechos y demás vegetación propia de ambientes húmedos. Cada paso se acerca más al parque natural, donde los pinos son el principal elemento a destacar, y que por la orografía del terreno, constituyen un elemento insustituible.
Una vez alcanzado el Puerto de Chiribenitez justo a la entrada del parque, iniciamos la vuelta que se hará por una antigua vereda de arrieros, entre cañadas, taramas… donde obviamente, los vehículos no pueden circular, y caminando hasta volver a encontrar nuevamente el primer cruce de caminos para continuar la vuelta por el camino de ida. Importante: No existen sitios públicos de abastecimiento de agua potable, por lo que el senderista deberá ir equipado con todo lo necesario.